En la fotografía digital, y especialmente según el tipo de cámara que se utilice, se tiende a tomar las fotografías en sentido horizontal (yo el primero). Ello comporta una mayor comodidad en el visionado, ya sea a través de la pantalla LCD o del monitor del ordenador. Sin embargo, esta comodidad no significa que, no deba tenerse en cuenta la orientación del formato.
Cada vez se hacen menos fotos en formato vertical. ¿Por qué? Para responder a esta pregunta, nos tenemos que fijar en cómo se ven las fotos en la actualidad. Relegado el papel para uso exótico, como los álbumes de Hoffman o Fotoprix, las fotos, imágenes digitales desde su concepción, se ven digitalmente en pantallas de ordenador, de móvil o, cada vez más, en enormes televisiones de 40 o más pulgadas.
Lógico, la inmediatez de su visionado, si de ordenadores o televisiones hablamos, y la ubicuidad del teléfono móvil, dan a estos medios una ventaja insalvable por los demás. Y como en fotografía, cuando más grande, mejor, las televisiones se convertirán rápidamente en el medio favorito donde propios y extraños verán nuestras fotos.
En estas circunstancias todos los medios de visualización, excluyendo el teléfono, comparten una característica que es letal para el formato vertical: son apaisados, y cada vez más. De los monitores con relación de aspecto 4:3 (cuatro partes de largo por tres de alto) se pasó a los monitores panorámicos (16:10) para seguir con los televisores panorámicos, ligeramente más apaisados (16:9). Los portátiles recogieron esta tendencia y también adoptaron el formato televisivo. Parece que el apetito por la horizontalidad no tenga límites.
Si tenemos en cuenta que la mayoría de las cámaras réflex actuales tienen una relación de aspecto de 3:2, sus fotos se verán a tamaños distintos en función de su orientación. Por ejemplo, una foto vista en una pantalla panorámica de última generación, si tiene formato horizontal, ocupa el 84,4% de su superficie; si tiene formato vertical, ¡ocupa sólo el 37,5%! En términos relativos, la superficie de la foto vertical es el 44,4% de la horizontal, menos de la mitad. Normal que, de manera inconsciente y progresiva, vayamos modificando nuestros hábitos fotográficos encuadrando más y más en horizontal.
Afortunadamente, el ultimísimo grito del vendaval tecnológico que nos azota viene a equilibrar en parte la lucha entre formatos: las tabletas y sus sensores de orientación tratan por igual a formatos verticales y horizontales, gracias a lo fácil que es girar el dispositivo para que la imagen se muestre a plena pantalla.
A diferencia del formato horizontal, el formato vertical resulta mucho mas contundente, ofreciendo mas fuerza que el horizontal. Este tipo de retrato acentúa las líneas verticales y diagonales, aumentando la sensación de grandiosidad del motivo.
Naturalmente, la decisión última la tiene el fotógrafo, pero resulta fácil encontrar situaciones en las que el formato vertical puede resultar más interesante que el vertical y viceversa.
Pasar de un formato horizontal al vertical, o al revés, no sólo es un cambio estético, al modificar el encuadre y la composición se pueden producir cambios en el contenido de la fotografía. El fotógrafo debe controlar si el cambio resulta positivo tanto en la composición como en la fuerza estética y expresiva de la fotografía.
De entrada, y en parte porque la propia forma de la cámara puede inducirnos a ello, tenemos cierta tendencia a hacer las fotografías en formato horizontal . También para el ser humano y por nuestra fisiología nos es más cómodo mover la cabeza a los lados que arriba o abajo, por lo que siempre que podemos nos resulta “más natural” el formato horizontal (rotación de nuestro cuello) que el vertical (flexión y torsión).
Es éste el más utilizado para los paisajes (por ello se suele llamar “apaisado”) y para retratos de grupo, pero sería un error pensar que no es admisible el vertical. Siempre hay que probar los dos puntos de vista antes de hacer la foto.
Por su parte, el formato vertical suele resultar más adecuado para los retratos, sí bien en este caso es de suma importancia el encuadre, pudiendo obtenerse mayor fuerza a base de llenar prácticamente el encuadre con el rostro del retratado.
Para ayudar en esta tarea de decidir entre formato vertical u horizontal se puede fabricar una enmarcación con cartulina negra (10 x 15 cm . puede ser suficiente) para que mirando a través de ella se pueda comprobar como queda una composición vertical u horizontal.
Alguien dirá que siempre se puede, ante la duda, disparar con los dos formatos, desde luego, pero así poco o nada vamos a desarrollar nuestro “ojo fotográfico”.